Durante el imperio medio evolucionan las formas escultóricas hacia modelos donde aparecen reflejados los rasgos indi-viduales de las personas representadas, a diferencia de la impersonalidad del imperio antiguo. En el caso particular de la representación de los soberanos, se trata de resaltar su gloria y poder siendo investidos de una aureola de solemnidad. Al contemplar la cabeza de Sesostris I existente en nuestro museo nos sobre-cogemos por su gran majestuosidad. Reconocemos a este faraón por el tra-tamiento anguloso de su rostro, por los ojos almendrados que nacen desde la nariz y la boca protuberante y carnosa, rasgos típicos de los soberanos de la dinastía XII, en especial los de este faraón. Tiene el némes y parte de la cara mutilada. Dos esculturas de este monarca de rasgos similares las podemos encontrar, una en la colección de Berlín y la otra en el museo del Cairo.